sábado, 22 de marzo de 2008

El Clandestino [cut and paste]

Simplemente lo busque de nuevo, lo encontre en un grupo de msm llamado sombra pluma y papel. No recuerdo quien lo escribio pero creo que fue una mujer.

Lo buscaban, lo tachaban y lo postergaban
Lo rechazaban, lo llamaban y lo acusaban
Lo absolvían, lo criticaban y lo admiraban
Y él, impenetrable, masticaba sus miedos.
Lo exponían, lo ocultaban y lo examinaban
Lo guardaban, lo ofrecían y lo despreciaban
Lo valoraban, lo exigían y lo soltaban
Y él, solapado, sonreía con las manos.
Lo expulsaban, lo sacrificaban y lo marcaban
Lo forjaban, lo ablandaban y lo partían
Lo unían, lo masticaban y lo tiraban
Y él, enigmático, escudriñaba ajenos labios.
Lo sometían, lo ahogaban y lo anulaban
Lo soñaban, lo querían y lo tocaban
Lo dormían, lo despertaban y lo bañaban
Y él, arcano, ponía un dedo sobre las horas.
Lo publicaban, lo exaltaban y lo archivaban
Lo torturaban, lo hambreaban y lo acariciaban
Lo rozaban, lo atropellaban y lo fulminaban
Y él, hermético, dibujaba signos en la arena.
Lo golpeaban, lo aburrían y lo marchitaban
Lo calmaban, lo envejecían y lo dormían
Lo denunciaban, lo traicionaban y lo evadían
Y él, inescrutable, fijaba los ojos en sus almas.
Lo extendían, lo comprimían y lo deprimían
Lo agotaban, lo abrevaban y lo confundían
Lo exiliaban, lo vendían y lo rescataban
Y él, anónimo, fabricaba nuevos besos.
Lo biografiaban, lo describían y lo estudiaban
Lo esculpían, lo pintaban y lo declamaban
Lo comprendían, lo entendían y lo aceptaban
Y él, jeroglífico, dormía entre los tigres.
Lo ajustaban, lo encajonaban y lo sellaban
Lo ascendían, lo vestían y lo ayudaban
Lo ensillaban, lo guiaban y lo perdían
Y él, velado, sumergía los colores en el mar.
Lo humillaban, lo hundían y lo pisoteaban
Lo levantaban, lo curaban y lo alimentaban
Lo usaban, lo desteñían y lo vulgarizaban
Y él, enrevesado, en un puño sujetaba el destino.
Lo aprisionaban, lo escupían y lo flagelaban
Lo coronaban, lo izaban y lo sepultaban
Lo lloraban, lo extrañaban y lo redescubrían
Y él, cifrado, se dejaba ver entre los limosneros.
Lo ordenaban, lo respetaban y lo leían
Lo excomulgaban, lo perseguían y lo juzgaban
Lo enjuiciaban, lo condenaban y lo quemaban
Y él, oscuro, sostenía el futuro sobre los hombros.
Lo contrataban, lo placían y lo asalariaban
Lo asistían, lo copiaban y lo dejaban
Lo ajusticiaban, lo hablaban y lo envenenaban
Y él, nocturno, bebía el pasado bajo la luna.
Lo tenían, lo sujetaban y lo apretaban
Lo encamaban, lo tomaban y lo devoraban
Lo miraban, lo veían y lo adoraban
Y él, inextricable, conducía la caravana bajo el sol.
Lo reprendían, lo reprochaban y lo cuestionaban
Lo sentían, lo saboreaban y lo fijaban
Lo elegían, lo separaban y lo finalizaban
Y él, el clandestino, buscaba a quien amar.

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